
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sugirió durante una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que Estados Unidos asuma el control de la Franja de Gaza y que los aproximadamente dos millones de palestinos que residen allí sean reubicados permanentemente en otros países, como Egipto o Jordania.
Reacciones internacionales y desafíos al plan
La propuesta de Trump generó una ola de críticas y preocupaciones a nivel internacional. Egipto y Jordania ya rechazaron la idea de acoger a los palestinos desplazados, argumentando que no pueden asumir tal responsabilidad. Por su parte, el alto comisionado de las Naciones Unidas para los derechos humanos, Volker Turk, enfatizó que «toda deportación está estrictamente prohibida» y que el derecho internacional protege la autodeterminación de los pueblos.
Además, el grupo islamista Hamás, que ha gobernado Gaza durante gran parte de las últimas dos décadas, calificó la propuesta de Trump como «racista» y advirtió que no permitirá el desplazamiento de los palestinos de su tierra.
Visión de Trump para Gaza
Trump describió la Franja de Gaza como un «sitio de demolición» y expresó su intención de transformarla en una «Riviera de Oriente Medio». Según sus declaraciones, Estados Unidos se encargaría de desmantelar las bombas sin explotar y otras armas peligrosas en la zona, nivelar el terreno y crear un desarrollo económico que proporcionaría «un número ilimitado de puestos de trabajo y viviendas para la gente de la zona».
Apoyo de Netanyahu y críticas internas
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, mostró su apoyo a la propuesta de Trump, calificándola como una oportunidad para «terminar el trabajo en Gaza» y eliminar la amenaza terrorista que perciben desde la región.
Sin embargo, la propuesta fue recibida con escepticismo y rechazo por parte de diversos sectores políticos y sociales, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Se cuestiona la viabilidad legal y humanitaria de un plan que implicaría el desplazamiento forzoso de una población vulnerable y la asunción de responsabilidades que tradicionalmente han recaído en actores regionales.